martes, 15 de marzo de 2022

 

    VOZ DE LA LUZ


Como un cuchillo, en la sombra
clavas tu lengua encendida
y te vas y allí la dejas
en su obscura carne, viva,
como un diminuto acero
de luz, que en tu amor se afila.
¡Qué honda llega! ¡qué segura
queda en el silencio hundida
y da estrellas a la noche
de la entraña que ilumina!

Como piel del pensamiento
las tinieblas se tejían
y andaba el cuerpo sin sombra
y el corazón sin herida,
igual que en limbo de ciegos
sin pena y sin alegría.

Cuántos ojos encharcados
y cuánta inútil saliva...
y qué bien la puñalada
de tu lengua enardecida.
Y, qué justa, en el momento
preciso, hundió su cuchilla.

Nadie te vio. Nadie supo
quién su palabra encendía,
ni para qué la dejaba
en sombra ajena metida.

Nadie te vio. Nadie supo
cómo recobró la vista...
Nadie te vio. Nadie supo,
ni desconoció, tu huida.

Emilio Prados.

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