jueves, 7 de marzo de 2019

Entre anoche y este día.


Entre anoche y este día
hay una frontera vaga,
cual suspiro entre dos labios
que estrecho se dilatara.

Esta hora, este suspiro,
no retrocede ni avanza:
a mi derecha, a mi izquierda,
como si fueran dos alas,
se despliegan infinitas
sus eternidades pálidas.

Eternidades que están
atravesando mi alma,
que, si no muere, está herida
por la primer luz del alba.

Ya nada importa que el sol
calcine estepas sembradas,
o haga florecer destellos
en las llanuras del agua,
que mi vida se detuvo
en aquella madrugada,
espuma de luz y sombra,
momento que no se acaba.

Aquí lo tengo presente,
aquí reluce su raya,
barandal por donde miro
el abismo de la nada,
gris horizonte que borra
lo que yo más adoraba.

Quien murió, vive entre brumas
en la niebla de mis lágrimas.

Manuel Altolaguirre.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...