martes, 14 de mayo de 2019
No llegué a tiempo.
Mi hermano Luis
me besaba dudando
en los andenes de las estaciones.
Me esperaba siempre
o me acompañaba para despedirme.
Y ahora,
cuando se me ha marchado no sé adonde,
no llegué a tiempo,
no había nadie.
Ni siquiera el eco más remoto,
ni siquiera una sombra,
ni mi reflejo sobre las blancas nubes.
Este cielo es demasiado grande.
¿Dónde estarán los hijos de mi hermano?
¿Por qué no están aquí?
Yo iría con ellos
entre cosas reales.
Tal vez pudieran darme su retrato.
Yo no quiero que estén en una alcoba
con trajes negros.
Mejor será que corran junto al río,
que corran entre flores sin mirarlas,
que nunca se detengan
como yo estoy, parado
tan al borde del mar y de la muerte.
Manuel Altolaguirre.
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