martes, 15 de enero de 2019
Navacerrada, abril.
Los dos solos.
¡Qué bien aquí, en el puerto, altos!
Vencido verde, triunfo de los dos,
al venir queda un paisaje atrás:
otro enfrente, esperándonos.
Parar aquí un minuto.
Sus tres banderas blancas
-soledad, nieve, altura-
agita la mañana.
Se rinde, se me rinde.
Ya su silencio es mío:
posesión de un minuto.
Y de pronto mi mano que te oprime,
y tú, yo, -aventura de arranque eléctrico-,
rompemos el cristal de las doce,
a correr por un mundo de asfalto y selva virgen.
Alma mía en la tuya mecánica; mi fuerza,
bien medida, la tuya, justa: doce caballos.
Pedro Salinas.
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