lunes, 26 de marzo de 2018

Y se alegra el viento frío.


Y se alegra el viento frío.
Noche de Navacerrada,
abierta sobre el camino.
Que no diga el corazón
jamás su corazonada…
Súbita y equivocada
voz de sangre, extravasada
en un vuelco de pasión.
Que no diga el corazón
jamás su corazonada…
Con la obsesión del deseo,
se me ciñe lo macizo
y apremiante de su cuerpo.
Pero tú, serrano esquivo,
no vas a abarraganarte
en las faldas de un hocino.
No tengo nada que darte,
nada que valga la pena.
Me quitaron la alegría
y he perdido mi tristeza.


Juan José Domenchina.

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