miércoles, 14 de febrero de 2018

Olvido.


Ahora la luz no existe
ni vemos ya la rosa,
ni el niño, el hombre, el árbol,
ni la nube, ni el sol.
Dios mío, estoy en tu Voz sin espacio ni tiempo,
entre otras voces tuyas creadoras.

¡Qué amor aquí, Dios mío!
¡Que posesión eterna de todo Tú!
Ahora me burlo de mi cuerpo,
de mi sensible cuerpo que cogía
líneas, perfumes, roces y sonidos,
queriendo despertarme
cuando yo desvelado vislumbraba,
más allá de la forma,
tu reinado.


Manuel Altolaguirre.

   Retrato. Estabas solo y alto. Yo miraba cómo todos los pájaros debajo de tu frente se escondían. ¡Qué ir y venir y qué volver! Cómo todas...