jueves, 4 de mayo de 2017

Es tu luz.



No lo puedes negar. Se desahoga
el dolor que tú hundiste;
brota en el aire negro de tu alma,
de tu oscuro pasado sumergido.
Eres un paisaje confidente.
Tu dolor da su luz como la luna.
Estás iluminada contemplándome.
Estoy en ti, como en la noche,
oyendo las tristezas de tus luces.
Tu vida abierta, al fin, mostró los valles
donde tus desventuras olvidabas.
Tu cabeza en mi brazo.
Me decías lo que yo adivinaba sin oírte.
Estábamos sentados a la orilla
de un claro río, bajo las estrellas.


Manuel Altolaguirre.

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