jueves, 28 de enero de 2016

Ángulo de su huida.







Acuden internos.
Brota para perenne belleza
la inundación de mis brazos.
Domicilio cierro al beso,
prohíbo toda caricia,
pero agacho mi cabeza
y entro en la cueva del aire,
en el molde de su cuerpo
que dejó en el aire al irse.

En su anterior permanencia:
estrago, fuego y dominio.
¡Qué dolor de brida firme!

Y la estela de su marcha
abierta al igual que un libro.

Y yo leyendo en los muros
del ángulo de su huida
los imposibles estímulos.


Manuel Altolaguirre.

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