viernes, 30 de octubre de 2015

La sin pruebas.






¡Cuando te marchas, qué inútil
buscar por dónde anduviste, seguirte!
Si has pisado por la nieve
sería como las nubes
-su sombra-, sin pies, sin peso que te marcara.
Cuando andas no te diriges a nada
ni hay senda que luego diga:
«Pasó por aquí.»
Tú no sales del exacto
centro puro de ti misma:
son los rumbos confundidos
los que te van al encuentro.
Con la risa o con las voces
tan blandamente descabalas
el silencio que no le duele, que no te siente:
se cree que sigue entero.
Si por los días te busco o por los años
no salgo de un tiempo virgen:
fue ese año, fue tal día,
pero no hay señal:
no dejas huella detrás.
Y podrás negarme todo,
negarte a todo podrás,
porque te cortas los rastros
y los ecos y las sombras.
Tan pura ya, tan sin pruebas
que cuando no vivas más
yo no sé en qué voy a ver que vivías,
con todo ese blanco inmenso
alrededor, que creaste.



Pedro Salinas.

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