viernes, 26 de junio de 2015

Tilo.







El tilo aquel de Santa Catalina 
en su compás de Siena.
¿No escuchas la cantiga cristalina 
que en su copa resuena?

Los ojos cierro en gozos de fragancia. 
Tilos de mi niñez.
Cómo salváis el tiempo y la distancia 
y estáis aquí otra vez.

Y ya en la pubertad, bajo el celeste 
azul, sobre la cal,
el que filtró mensajes del nordeste 
en la Rúalasal.

Vosotros, entre abejas monacales 
de oro sonoro, tilos
que desde el huerto veis surtir cristales 
de mi ciprés de Silos

Porque tú amas los tilos y la calma 
de su flor en tus nervios,
quiero aprender de ti a domar mi alma, 
mis ímpetus soberbios.

Lección de serenada mansedumbre, 
de paciencia encendida.
Flores de ti, mi lámpara y mi azumbre, 
la razón de mi vida.

Como a la flor del tilo en primavera 
contra el insomnio torvo,
beberte en infusión, niña, quisiera, 
beberte sorbo a sorbo.


Gerardo Diego.

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