miércoles, 14 de enero de 2015

Donde yo llego acaso tu voluntad.




Donde yo llego acaso tu voluntad no alcanza. 
Espero: no me cruzo de brazos en mi cruz.
Porque conozco el nombre - quizá - de tu esperanza,
aguardo en las tinieblas el orto de la luz.
Me estoy, sin consentirme, sobre mi sentimiento,
que no es comunicable, corriente ni efusivo. 
No sé, ni quiero, henchirme de hirsutos anatemas…
Para llorar me sobra con mi conocimiento.
Para sufrir me basta sentirme firme y vivo.
Para gritar… silencios y angustias, mis poemas…



Juan José Domenchina.

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