jueves, 3 de julio de 2014

La voz a ti debida, versos 2047-88




A ti solo se llega por ti. 
Te espero.
Yo sí que sé dónde estoy,
mi ciudad, la calle, el nombre
por el que todos me llaman. 
Pero no sé donde estuve contigo.
Allí me llevaste tú. 
¿Cómo iba a aprender el camino
si yo no miraba a nada
más que a ti,
si el camino era tu andar y el final
fue cuando tú te paraste?
¿Qué más podía haber ya
que tú ofrecida, mirándome?
Pero ahora, 
¡qué desterrado, qué ausente
es estar donde uno está!
Espero, pasan los trenes, 
los azares, las miradas.
Me llevarían adonde
nunca he estado.
 Pero yo no quiero los cielos nuevos.
Yo quiero estar donde estuve.
Contigo, volver. 
¡Qué novedad tan inmensa
eso, volver otra vez,
repetir lo nunca igual
de aquel asombro infinito!
Y mientras no vengas tú
yo me quedaré en la orilla
de los vuelos, de los sueños,
de las estelas, inmóvil.
Porque sé que adonde estuve
ni alas, ni ruedas, ni velas lleva.
Todas van extraviadas.
Porque sé que adonde estuve sólo 
se va contigo,
por ti. 

Pedro Salinas.

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