Mis plantas, estas plantas.
Mis plantas, estas plantas de impreciso
paso sin huella, errantes por el suelo... Ayer anduve firme, y hoy no suelo sentirme las pisadas cuando piso. Anduve firme cuando Dios lo quiso. En mi solar dejaba sin recelo bien asentado el pie que — en vilo, en vuelo — hoy va, entre dos azares, indeciso. Triste levitación de exasperado — y en revuelo pueril de ala partida — que cruza por la tierra, desterrado. Tras su sombra, y sin huella, en una ardida fuga de corto alcance alicortado, sobre otra tierra ya, también perdida. |