lunes, 28 de enero de 2013


En el infierno había un violoncello...




                                                                          A Musia Sackhaina


En el infierno había un violoncello
entre el café y el humo de pitillos
y cien aulas con libros amarillos
y nieve y sangre y barro por el suelo.

Pero tú, resguardada por el velo
de tus cristales de lucientes brillos,
pasabas, seria y pura, en los sencillos
compases de tu fe y de tu consuelo.

Algunas veces fuimos, de la mano,
por las venas del bosque y la corneja
cantó melancolía en nuestras almas,

si nos separa el Abrego inhumano,
no llores mi amistad hoy que se aleja,
entrega al viento el talle de tus palmas.

   Retrato. Estabas solo y alto. Yo miraba cómo todos los pájaros debajo de tu frente se escondían. ¡Qué ir y venir y qué volver! Cómo todas...