
Me detengo. Lo adiviné: Tiziano.
Un gran señor otea varias diosas.
También yo me complazco en los follajes
Y su cobrizo tono así lejano.
¡Quiénes aquellas damas sobre losas
De galerías y azoteas? Trajes
Oscuros, pero...
A mi lado, real, esta una dama.
No me ve. Soy un cero
-Soy realidad- ante ella, que reclama
Pintura.
Mi vista se aventura
Con un fervor cortés
-En mi cortés costumbre-
Por la forma viviente,
Que jamás ni comparo ni confundo
Con el fingido mundo,
Ahora Veronés.
No hay Venus de verdad que no relumbre
Sin mi adhesión y mi vivir no aliente,
Ahora también, que mal o apenas veo
-Otro piso propone el gran museo-
Esta flor de Matisse. Atrae la dama.
¿Fugitiva? No importa. ¡Cómo llama!
Jorge Guillén.