Siempre miro hacia atrás. Me gusta observar de nuevo cada uno de mis pasos recreando el camino que es solo mío, de nadie más.
Volteo con temor, sabiendo, encontraré de nuevo piedra y huecos, muros y cimas por escalar.
Veredas que se inclinan hacia arriba y hacia abajo que permiten fortalecer mi caminar A lo lejos veo los puentes y las arenas del mar.
Las bellas montañas rodeándome sin cambiar que poco a poco aprendí a disfrutar.
Me deleito cuando pongo mi mirada
en el verde resplandor de la pradera con mil flores colorando el panorama que agasaja mis pupilas con su magia hechicera y sorprende mis sentidos como si fuera la vez primera.
Los vientos helados y lluvias torrenciales me enseñaron lo que es la adversidad.
Sentimientos y emociones, amores y desamores, palabras, acciones recuerdos, olvidos, presentes. Ahí están.
Siempre miro hacia atrás.
Ahí me topo con el aroma del cielo y los sonidos de los días sin final. Las canciones y los versos los poemas y los cuentos que resuenan como gritos que no deseo olvidar.
Errores que costaron lágrimas y esa tristeza que siempre tuvo un buen final. Sentimientos rebasados cual lecciones obligadas en el arte de aprender a AMAR.
Como un viento que me eleva Y la briza que me lleva hasta verte aparecer en mi soñar. Como el brillo de una estrella alumbrando mi ladera aflorando de mí ser, la felicidad.
Siempre miro hacia atrás Vuelvo a ver los rostros de quienes caminaron conmigo para bien o para mal. Y no olvido, nunca olvido olvidar, es no haber existido jamás.
El camino, tuyo y mío/ mío y tuyo de pronto se volvió unidad transformando una visión similar Contigo, con ellos, con sonrisas y con versos, con los sueños que se hicieron realidad. Y, aquí están ellas, nuestras estrellas iniciando su camino individual.
Y nosotros, aun que miramos hacia atrás, nunca dejamos de contemplar la ruta que algún día habrá de terminar.
Sabiendo, sin dudar que en cada momento juntos tocamos el firmamento sin dejar de asumir y disfrutar nuestra propia y ansiada individualidad.
Todas las rosas son la misma rosa, amor, la única rosa. y todo queda contenido en ella, breve imagen del mundo, ¡amor!, la única rosa.
Rosa, la rosa... Pero aquella rosa... La primavera vuelve con la rosa grana, rosa amarilla, blanca, grana; y todos se embriagan con la rosa, la rosa igual a la otra rosa. ¿Igual es una rosa que otra rosa? ¿Todas las rosas son la misma rosa? Sí. Pero aquella rosa...
La rosa que se aísla en una mano, que se huele hasta el fondo de ella y uno, la rosa para el seno del amor, para la boca del amor y el alma, ...Y para el alma era aquella rosa que se escondía, dulce entre las rosas, y que una tarde ya no se vio más. ¿De qué amarillo aquella fresca rosa?
Todo, de rosa en rosa, loco vive, la luz, el ala, el aire, la honda y la mujer, y el hombre, y la mujer y el hombre. La rosa pende, bella y delicada, para todos, su cuerpo sin penumbra y sin secreto, a un tiempo lleno y suave, íntimo y evidente, ardiente y dulce. Esta rosa, esa rosa, la otra rosa... Sí. Pero aquella rosa...
¿Por qué, decidme, hacia los altos llanos, huye mi corazón de esta ribera, y en tierra labradora y marinera suspiro por los yermos castellanos? Nadie elige su amor. Llevome un día mi destino a los grises calvijares donde ahuyenta al caer la nieve fría las sombras de los muertos encinares. De aquel trozo de España, alto y roquero, hoy traigo a ti, Guadalquivir florido, una mata del áspero romero. Mi corazón está donde ha nacido, no a la vida, al amor, cerca del duero... ¡El muro blanco y el ciprés erguido! Antonio Machado.