jueves, 27 de noviembre de 2014

El Poema.







Y ahora, aquí está frente a mí. 
Tantas luchas que ha costado, 
tantos afanes en vela, 
tantos bordes de fracaso 
junto a este esplendor sereno 
ya son nada, se olvidaron. 
Él queda, y en él, el mundo, 
la rosa, la piedra, el pájaro, 
aquéllos , los del principio, 
de este final asombrados. 
¡Tan claros que se veían, 
y aún se podía aclararlos! 
Están mejor; una luz 
que el sol no sabe, unos rayos 
los iluminan, sin noche, 
para siempre revelados. 
Las claridades de ahora 
lucen más que las de mayo. 
Si allí estaban, ahora aquí; 
a más transparencia alzados. 
¡Qué naturales parecen, 
qué sencillo el gran milagro! 
En esta luz del poema, 
todo, 
desde el más nocturno beso 
al cenital esplendor, 
todo está mucho más claro.


Pedro Salinas.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...