martes, 21 de octubre de 2014
Con todo respeto.
Árboles mujeres y niños
son todo lo mismo: Fondo
Las voces los cariños la nitidez la alegría
este saber que al fin estamos todos
¡Sí! Los diez dedos que miro.
Ahora el sol no es horrendo como una mejilla dispuesta
no es un ropaje ni una linterna sin habla
No es tampoco la respuesta que se escucha con las rodillas
o esa dificultad de tocar las fronteras con lo más blanco de los ojos.
Es ya el sol la verdad la lucidez la constancia
Se dialoga con la montaña
se la cambia por el corazón
Se puede seguir marchando ligero
El ojo del pez si arribamos al río
es justo la imagen de la dicha que Dios nos prepara
el beso ardentísimo que nos quebranta los huesos.
Sí Al fin es la vida Oh qué hermosura de huevo
este amplio regalo que nos tiende ese Valle
esta limitación sobre la que apoyar la cabeza
para oír la mejor música la de los planetas distantes.
Vamos todos de prisa
acerquémonos a la hoguera
Vuestras manos de pétalos y las mías de cáscara
estas deliciosas improvisaciones que nos mostramos
valen para quemarlas para mantener la confianza en el mañana
para que la conversación pueda seguir ignorando la ropa.
Yo ignoro la ropa ¿Y tú?
Yo vestido con trescientos vestidos o cáñamo
envuelto en mis ropones más broncos
conservo la dignidad de la aurora y alardeo de desnudeces.
Si me acariciáis yo creeré que está descargando una tormenta
y preguntaré si los rayos son de siete colores
O a lo mejor estaré pensando en el aire
y en esa ligera brisa que riza la piel indefensa.
Con la punta del pie no me río
más bien conservo mi dignidad
y si me muevo por la escena lo hago como un excelente
como la más incauta hormiguita.
Así por la mañana o por la tarde
cuando llegan las multitudes yo saludo con el gesto
y no les muestro el talón porque eso es una grosería.
Antes bien les sonrío les tiendo la mano
dejo escapar un pensamiento una mariposa irisada
mientras rubrico mi protesta convirtiéndome en estiércol.
Vicente Aleixandre.
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